FALLECIMIENTO Y MUERTE
El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el Lago Lemán de Ginebra con una de sus damas de compañía, la condesa Irma Sztaray, fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para deslizar un fino estilete en el corazón de la Emperatriz. Al principio, Isabel no fue consciente de lo que había sucedido. Solamente al subir al barco que las estaba esperando, comenzó a sentirse mal y a marearse. Cuando se desvaneció, su dama de compañía avisó al capitán del barco de la identidad de la dama y regresaron al puerto. Ella misma desabrochó el vestido de la Emperatriz para que respirara mejor y, al hacerlo, vio una pequeña mancha de sangre sobre el pecho, causada por el estilete, que había provocado una mínima pérdida de sangre sobre el miocardio, suficiente para causar la muerte. Luigi Lucheni estaba en realidad planeando un atentado contra el pretendiente al trono francés, un príncipe de la Casa de Orléans pero al leer en un periódico que la visita del príncipe francés había sido anulada y que la Emperatriz se encontraba en la ciudad, decidió buscar en ella a la víctima perfecta para pasar a la posteridad. El cuerpo de la Emperatriz fue trasladado a Viena entre el gran cortejo fúnebre que el protocolo dictaba, siendo sepultada en la Cripta Imperial o Kaisergruft, en la Iglesia de los Capuchinos, en vez de en su palacio de Corfú, el Achilleion, donde deseaba recibir sepultura realmente, tal como indicó en su testamento.
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