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martes, 8 de marzo de 2011

El Straperlo


Los juegos de azar–especialmente la ruleta– estaban prohibidos en Espa­ña. Y en la mayoría de países europeos. Sin embargo, en la década de los 30, se popularizaron numerosos modelos de pseudoruletas, que funcionaban ale­gremente en los grandes casinos de todo el continente. Se trataba de am­biguos recreos que se hallaban en la frontera entre los juegos de azar y los de destreza. Daniel Strauss, en colabora­ción con su esposa, la señora Lowmann, y un socio llamado Jules Perel, había pa­tentado un modelo de ruleta, cono­cido como straperlo, cuyo resultado dependía de la pericia de los ju­gadores y eliminaba el factor suerte.

El juego había funcionado satisfactoriamente en el Hotel Quellenhof de Aachen. Sin embargo, Strauss era judío y tuvo que abandonar su Alemania natal ante la amenaza nazi. Los tres socios se trasladaron a Holanda en 1933, y allí introdujeron el juego en tres casinos costeros (Scheveningen, Zandvoort y Noordwijk). El straperlo desató la locura entre los holandeses. Pero un año más tarde murió de éxito. Una suma de factores –alarma social ante el juego, acoso de los casinos competidores y la disconformidad de Hacienda– propició el fin de la experiencia holandesa. Una orden gubernativa limitaba las actividades lúdicas a la temporada de verano y bajo severas restricciones. Finalmente, los propietarios de los casinos optaron por prescindir de los servicios de Perel & Co. y esperar a una definitiva legalización de los juegos de azar –que no llegó hasta 1973. Daniel Strauss, que disponía de pa­saporte mexicano y hablaba español, volvió su atención hacia España. Una vez en Barcelona, se asoció con Joaquim Gasa –empresario y productor teatral–, quien le guiaría por la intrincada sen­da de la política local. Ambos organi­zaron el combate entre Uzcudun y Schmeling. En mayo de 1934, se ofre­ció la primera demostración pública del straperlo en el Hotel Terramar de Sit­ges. El propósito de Strauss era con­seguir una autorización de la Genera­litat de Catalunya para instalar el juego en esa población. Sin embargo, el partido en el gobier­no catalán, Esquerra Republicana de Cata­lunya, mantenía una posición reticente en materia de juegos de azar. La negativa del presidente Com­panys fue rotunda.

En Madrid, sin embargo, el Gobierno estaba formado por una alianza de partidos de la dere­cha, y varios miembros del Partido Ra­dical Republicano se habían mostrado muy receptivos con el proyecto del stra­perlo. Joaquim Gasa y Joan Pich i Pon –a la sazón subsecretario de Marina– con­vencieron a Strauss para repetir la de­mostración en el Hotel Ritz ante la pre­sencia de Aurelio Lerroux, sobrino del líder de los radicales y futuro jefe de Go­bierno: Alejandro Lerroux.A lo largo del mes de junio, los em­presarios y los políticos llegaron a un acuerdo económico para explotar el straperlo en el Casino de San Sebastián. Varios personajes en la órbita del Par­tido Radical harían valer sus influencias para conseguir la autorización, a cambio de un porcentaje en el negocio. Según la versión de Strauss, Alejandro Lerroux recibiría el 25 por ciento de los bene­ficios; Pich i Pon, un diez por ciento; y Aurelio Lerroux, Miguel Galante y el periodista Santiago Vinardell, un 5 por ciento. Además, para asegurarse la cooperación del ministro de la Gober­nación –Salazar Alonso–, Pich i Pon se había comprometido a hacerle llegar 100.000 pesetas. El subsecretario, Eduardo Benzo, recibiría 50.000 pe­setas. Otras cincuenta mil estaban destinadas a agilizar la concesión de los permisos que expedía la Dirección Ge­neral de Seguridad –José Valdivia era el director general–. Sigfrido Blasco-Ibá­ñez, hijo del famoso novelista y líder del Partido de Unión Republicana Auto­nomista, otra formación política en coa­lición en el gobierno conservador, se comprometía a colaborar a cambio de 400.000 pesetas. Salazar Alonso y Ale­jandro Lerroux recibieron además un reloj de oro cada uno.

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